Cómo chupar pollas a la perfección

Chupar una poronga a un hombre es posiblemente el más puros bienestares en la vida. Es triste reflexionar que muchas mujeres no aprecian lo entretenido que puede ser. La causa es que no tienen idea cómo llevarlo a cabo de manera correcta y de esta forma no termina por ser entretenido. Porque si lo echas a perder, no vas a conseguir tu premio. La poronga no se endurecerá, el hombre no pasa un largo tiempo y la mujer siente el fallo. Pero aquí vienen las buenas noticias: es simple estudiar a ser una fabulosa chupadora de pollas. Y voy a decirte precisamente cómo.

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No posee consideración el sitio que escojas, puede ser en el hogar en la cama o aparcada en el Bulevar del Ocaso, pero busca todo el nivel de privacidad que necesites para sentirte distendida y cachonda. Para el objetivo de este libro, digamos que estás en un sofá. Estás con un hombre que le agrada y sabes que a él le apetecería una aceptable mamada ahora mismo.

Deslízate en el suelo entre sus piernas y abre su bragueta. Busca y palpa su poronga. Si está ardiente para ti, ya va a estar dura. Si es nervioso, puede estar todavía doblada en sus calzoncillos. Mantén agarrada su poronga y sube a su cara y bésale. Mira si puedes sentir una respuesta abajo. Algún movimiento es una buen signo.

En este momento sácale la poronga y mira cómo está. Si está tiesa, lo estás realizando bien, en otro caso, aquí está el que hacer: Sácale las pelotas. Si los pantalones están muy tirantes, bájalos. En este momento sujeta sus pelotas en la mano izquierda y la poronga en la derecha. Apriétala de a poco hacia abajo en dirección a la base del mango y disponte a chupar.

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Recorre tu lengua sobre tus labios para tenerlos completados y húmedos y mira la cara de tu hombre. El quiere ver como le chupas. A los hombres les agrada ver. En este momento abre tu boca sutilmente para atormentar y excitar a tu hombre y acércate con su poronga. Respira en él, sóplale con tu aliento ardiente. Saca tu lengua otra vez y tócale, atorméntalo.

Asegurándote que tu lengua está goteante de humedad, empieza en la base de su mango y lame hacia arriba, lentamente. Da un giro tu cabeza de lado y parece morderle, delicadamente poniendo tus dientes en su carne.

Humedécelo otra vez con tu lengua y utiliza tu mano para esparcir el líquido alrededor si es requisito. Una poronga húmeda se ve i suena más cachonda que una seca.

Tu izquierda entretanto está tocando sus pelotas, a lo mejor arañándolas sutilmente con tus uñas. Puedes además querer buscar debajo y detrás de las pelotas para hallar ese sector tan sensitiva justo antes del ano, o inclusive pasar tus dedos sobre su agujero muy levemente. Dado que el músculo que causa la erección empieza ahí atrás, esto va a producir una oposición en su poronga.

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Luego que hayas lamido su mango miles de ocasiones y está todo húmedo y duro, tu hombre va a empezar a retorcerse con desilusión si no comienzas a tomarlo seriamente. Una ligera mirada a su cara te va a hacer entender cuando estás llevando las cosas bastante lejos. Atormentar es bueno… hasta un punto. Algo de vivencia chupando pollas te enseñará cuando se alcanzó este punto. En uno de tus balanceos hacia arriba con su lengua, desde la base de su mástil al límite de su capullo, no te detengas.

Sigue en pié tu extendida, húmeda lamida sobre la punta de su poronga, insistiendo en el agujero del centro. Mantén tu lengua en él, si puedes, pero no chupes su cabeza todavía.

En este momento recorre con tu lengua el borde de su capullo, por todo el contorno, realizando recurrentes pases por la piel tierna encarada hacia ti. Aquí es donde la mayor parte de los hombres son más sensibles. íPero no todos los hombres! Existe algo que una aceptable chupadora de pollas debe estudiar a llevar a cabo, tan rápido como estés confortable, que es: Llevar a cabo cuestiones. Cada hombre es exclusivo, y además su poronga.

Estruja el mango y mira si brota un líquido claro. Si lo realiza, baña tu lengua en él y espárcelo. Se extenderá contigo y parecerá fantásticamente erótico a tu compañero. En este momento, exhibe como disfrutas la sustancia.

Acércate a la cabeza de la poronga como si fuese un helado de crema de chocolate y mete todo el capullo en tu boca ardiente. Manténlo ahí.

Escúchale gemir. En este momento baja de manera rápida y mete tanta poronga como logre caber dentro de tu boca. No temas, no te ahogarás. Si doblas tu cuello de la forma precisa, puedes meterla limpiamente en tu garganta.

Permanece de esta forma, con la poronga dentro de tu boca, en el transcurso de un instante. Siéntela dentro tuyo. Esto puede ser por lo menos tan exquisito como tenerla en tu conejito. Crece en ti. Ahora mismo puedes llevar a cabo numerosas cosas. Esta es una de ellas:

Deslízala hacia atrás hasta el radical de la poronga y chasquea tu lengua contra ella. Tu hombre va a tener un hormigueo en este momento, queriendo reforzar más en tu garganta. Pero no le dejes imponerse. Si lo hiciera, se va a ir en dos minutos y esto es entretenido?

Moviéndote tan ágil como el logre aguantar (no le dejes correrse aún), deslízate arriba y abajo por su poronga como si estuvieras follándolo. Si está muy cerca de correrse, para, o por lo menos frena. Si no puedes introducirla hasta el desenlace, puedes engañarlo un poco utilizando tu mano derecha para llenar la sensación de tragártela intensamenta. Parecerá como si la hubieses metido completamente en tu boca y hasta lo va a sentir igual. Puede además mover tus dedos, moviéndolos con apariencia de O cerca de su mango, arriba y abajo con el ritmo de su chupada.

Esta es otra cosa. Además de sólo meter la poronga en la boca, puedes mamarla que es muy diferente. Hay mamadas profundas y pequeñas y las dos sientan condenadamente bien. Tu hombre tiene la posibilidad de tener una prioridad, sin embargo, por eso mira sus reacciones.

Tomando unicamente el capullo en tu boca, mámalo como si fuera un pezón o un pajita. Esto le sienta tan bien al hombre, que me pone el conejo ardiente unicamente reflexionar en ello. La otra mamada es extendida, profunda, donde tomas la poronga completa y la mamas en todo momento hacia arriba como si fueras un aspirador y luego abajo y lo haces otra vez, mamando hacia abajo además.

Aquí existe algo sustancial que saber: Alguno de estos movimientos sentirán bien las primeras escasas ocasiones o más, pero tras un rato, es como si la poronga se regresa inmune al sentimiento. Cuando notes esto, es el instante de cambiar al siguiente juego. No vás a querer que la poronga se vaya a reposar. La deseas todo el tiempo estimulada, , pero sin llegar, al punto del orgasmo.

Que es precisamente donde nos encontramos en este momento. Tienes una furiosa erección en tu mano derecha y unas pelotas algo tensas en tu izquierda. Echate atrás y obsérvalo, no es bello? Transporta tu mano derecha a la base de la poronga y aprieta ahí. Esto provocará que el mango se llene y espese, y en este momento el capullo va a estar brillante y despacio. Sigue en pié manteniendo la poronga en tu boca y chupa y prueba todos tus movimientos diversos hasta que sepas que el hombre no puede aguantar más y va a dispararse.

Lo que hagas en este momento es entre tú y tu apasionado. En lo personal, yo quiero ver el tiro. Me brinda imágenes para mis sueños húmedos y además, es alucinante ver la leche a borbotones. Es asombroso cuanta cosa sale y lo lejos que llega el tiro. Si deseas ver, lo vas a sentir venir con su mano derecha y vas a saber cuando apartarte. Puede inclusive intentar coger algo con tu lengua si eres ligera. Puedes querer tragarlo, algunas muchachas lo hacen, y a muchos de chicos les agrada que se lo traguen. Ten precaución de retroceder un poco cuando estalle o si no te atragantarás y esto no es muy romántico. Cógelo en tu boca, manténlo ahí y luego lo tragas.

Otra satisfacción, y esta además es bonita, salvo que estés realizando el cariño donde no consigas ensuciar, es dejar los tibios, espectaculares jugos derramarse en tu boca y entonces deslizarlos cerca de la ya húmeda poronga. La hace tan escurridiza y exquisita de tocar! Vás a querer recorrerla con tus manos, sintiendo la poronga dura hacia arriba, esparciendo la reluciente leche sobre el capullo. Esto además crea una magnífica imagen sensual, para ti y para tu hombre.

En este momento le hiciste a tu hombre una mamada que no va a olvidar. Créeme, si sigues mis normas, esta clase va a querer entender más sobre ti. He escuchado a los hombres que una mujer entre cincuenta sabe como llevar a cabo una aceptable chupada. El resto trabaja como si fuera un favor enorme. Lo que es otro punto que debo remarcar. Si no disfrutas chupar y has intentado estudiar a que te agrade y aún no trabaja, no te rindas. A lo mejor te agrade con el tiempo. Los hombres aseguran que las mujeres superiores son superiores chupadoras.

Pero debo advertirte, hay miles por ahí a las que nos atrae chupar y vamos a ser una dura rivalidad para las que sois tímidas. Conozco mujeres que inclusive tienen orgasmos chupando pollas.

Una nota final, en esta ocasión para los hombres: No empujes. No hay nada más mortal que tener un hombre empujando tu cabeza ahí abajo. Espera. Si ella estuviera dispuesta, se va a poner en ello, a lo mejor no hasta la segunda vez que hagáis el cariño. Y si le das tiempo, aprenderá a gustarle. Si a ella no le agrada, a lo mejor si le agrade a tu siguiente apasionado.

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